Antología de teatro breve mexicano de Rotor (2017) se presenta al espectador y lector de teatro como un producto editorial novedoso en el que Sergio Soto, editor y antologador, recurre a las nuevas tecnologías, incorporando una aplicación digital a las ocho piezas teatrales contenidas. Golden love, Emma, Habitación fragilidad, Dientes fuertes, Juanita Pérez, el escape, Una enorme bola de fuego, y Los ponedores son las composiciones que integran las 86 páginas a las que se agrega una breve biografía de los autores Carlos Arturo Aguilar, Isabel Balboa, Vicente Eduardo Cervantes, Dorte Jansen, Fernanda Montané, Luis Miguel Osorio, Iván Tula y Rodrigo Tovar solano. El volumen promete ser, pues, un ejemplo de relación textual y multimedios, cuya carencia de palabras preliminares por parte del antologador despierta algunas dudas.
¿Nos encontramos frente a un texto novedoso por incluir una aplicación digital para llevar la experiencia teatral al lector como una extensión de sus dimensiones textual o espectacular? Esta parte no queda del todo clara. La descarga de la aplicación Antología de teatro o ‘realidad aumentada’, según se realice la búsqueda en los repositorios de ios o Android, no está disponible en el momento en el que estas líneas son escritas. Las instrucciones tampoco son de gran ayuda para ubicar la aplicación, independientemente de su claridad. Por tanto, habrá que esperar su disponibilidad para que el lector experimente aquello que promete el escaneo de la página inicial de cada texto.
Ahora bien, guiar la experiencia de lectura, por medio del uso de una aplicación no enriquece el contenido de los textos teatrales. El hecho teatral, debe tener en mente el lector, contiene los signos necesarios para su realización escénica. De acuerdo con la lectura o interpretación, estos signos se acumularán en el tiempo y el espacio para producir sentido. Así, también vale decirlo, la comprensión del signo teatral es subjetiva, pues la realiza quien observa su desarrollo. En cualquier caso, el éxito del mensaje dramático dependerá del conocimiento del código en el que dichos signos se relacionan en un espacio escénico determinado; en la selección que se haga de ellos en relación con el significado que se pretenda lograr; en la sensibilidad y experiencia de quien observa para aproximarse o distanciarse de la materia dramática. Puede discutirse, en efecto, si una proyección o animación digital contribuye a la producción de sentido, pero la relación texto-representación no tiene que ver con la relación texto-multimedios; esta última es una cadena selectiva, y esos ‘multimedios’ (visuales y sonoros) no son sino un signo más de los que se acumulan en el espacio para producir sentido. Otra cosa es que se pretenda introducir el libro al mundo digital. Aquí, los textos y el objeto-libro adquirirían otro valor, también discutible, en tanto que la naturaleza del texto digital es varia; sin embargo, así el hecho teatral sólo gana en cuanto a su difusión, no en cuanto a la experiencia y efectos en el ánimo del espectador.
La falta de presentación a la organización y selección de autores y textos, a la justificación del título del libro, no se subsana si se atiende a que la voz de la dramaturgia mexicana, según anota el propio Sergio Soto en contraportada, es difícil de atestiguar por el dinamismo que la caracteriza a partir de que comienza a encontrar identidad a principios del siglo XX. Lo cierto es que las composiciones contenidas dan cuenta de una serie de asuntos y temas actuales, preocupantes por la incomodidad que todavía provoca hablar de ellos. Resulta conveniente subrayar lo anterior, porque el diálogo y situación de los personajes refleja incomodidad, estatismo, frustración y crítica desde vértices de su realidad que rayan en lo surrealista, pero esto no manifiesta, en todos los casos, las pulsiones, cualesquiera que están sean, de una generación de creadores de distintas nacionalidades y nacidos entre 1970 y 1985 o de un contexto específico de creación o de otro al que se quiera criticar.
Hay que buscar aquí otros motivos por los cuales los contenidos son valiosos para la historia del género dramático a la que pretende adscribirse explícitamente esta edición. En cuestión de representación, por ejemplo, Golden Love estuvo en escena en 2016, Habitación fragilidad en el 2012; Juanita Pérez, el escape en 2017; Una enorme bola de fuego en 2017; y Los ponedores en 2015. Otro dato destacable es que la mayoría de los autores incursionan en distintas disciplinas, incluyendo la actuación y dirección u otras adyacentes al teatro, incluyendo la investigación documental y crítica académica.
Se trata de una generación diversa cuyas virtudes técnicas existe una delicada conciencia del manejo del espacio dramático que sugiere su sencilla realización en el escénico —Golden Love, Emma, Dientes fuertes, Juanita Pérez, Los Ponedores—; la sugerente posibilidad de que la progresión del tiempo dramático se muestre como una ilusión situacional, provocando la creación de universos que mantienen a los personajes atrapados, fuera de su realidad —Emma, Dientes fuertes, Habitación fragilidad, Diego y Frida—; igualmente, la selección invita a considerar la narraturgia como mecanismo dramático de gran utilidad para el género breve — Golden Love—; finalmente, para la representación no se necesitará más que la participación de tres actores y, en cuanto al atrezo, los requerimientos materiales son mínimos, pues en la mayoría de los casos el diálogo crea la realidad dramática.
La falta de palabras preliminares, igualmente deja abiertas otras interrogantes sobre lo que pretende ser el pequeño tomo. Virtudes varias en el contenido de los dramas que no necesitan la “realidad aumentada” y que son harto sugerentes por las ‘pasiones humanas’ que encuentran vehículo de expresión en los personajes y las situaciones que dramatizan. Los argumentos de las composiciones manifiestan problemas existenciales que impiden a los personajes desarrollarse en tramas lineales simples, sin que ello deje de sorprender al espectador —Emma, Dientes fuertes—, que invitan a reír amargamente por la sencillez de la confusión —Golden Love—, incluso que llegan a manifestar un barroco ejercicio de atención por parte del espectador para comprender el sentido de la ruptura entre las unidades dramáticas, independientemente del sustrato arquetípico que caracteriza a los personajes —Habitación fragilidad—, o bien que hacen de la metáfora social situacional el eje de su producción de sentido —Los ponedores—. Las tramas, por su parte, como en la mayoría de las composiciones breves del género son sencillas, causales; de nudos simples que tienden a resoluciones simples y sorpresivas, mas no por ello flojas. ¿Qué esperar entonces de esta antología? Aquí tendríamos que definir de qué lado de la multidimensionalidad textual teatral quisiéramos colocarnos, incluyendo el de la industria editorial y las novedosas aplicaciones digitales. Sobre todo, se debe pensar en un criterio incluyente y descriptivo que difunda las nóveles dramaturgias, tanto en ambientes de lectura y estudio, como de compañías o actores. Es decir, no se trata de que los textos y sus representaciones sean solo un objeto de consumo para los familiares y amigos, o para que, por fortuna, la autora o el autor convoque una tertulia de amigos actores en la que reparta los personajes y organice su montaje. Hay que pensar en otras posibilidades, incluso en aquellas que le exijan al lector dramatizar en su propio espacio imaginario, material o mental, lo que una aplicación no puede en una pantalla de móvil.