Que arda Tebas es sin duda una comedia que coloca minas en el campo del quehacer teatral de nuestro tiempo para hacerlas estallar desde distintas perspectivas. La propuesta escénica de Juan José Tagle apuesta de manera aguda por enfrentar al espectador con la maquinaria del presente teatral -actores, texto, mito, tradición dramática, organismos promotores, procesos de preparación y de creación, etc.- para trasladarlo hacia la representación de una obra que fracasa para los personajes, pero no así para público asistente, quien observa todo desde una dimensión paralela a lo acontecido en el escenario y sin darse cuenta de lo que realmente sucede.
El equipo de trabajo actoral conformado por Lucero Trejo, Héctor Holten y Hamlet Ramírez representa la parte de la nómina que materializa un hecho teatral que, si bien no se ha desgastado del todo, se muestra reticente hacia las nuevas maneras de hacer teatro; en tanto que Samantha Coronel, Luz Olvera, Miguel Narro, José francisco Ávila, Estephany Hernández y Américo del Río, aquélla otra que incorpora no sólo las nuevas maneras de resolver problemas técnicos y de producción, sino la larga serie de asuntos, profesionales, administrativos, políticos y financieros que encaran los actores y la industria teatral mexicana en el amplio sentido de la etiqueta.
El conflicto de la comedia se desarrolla en torno a la demora de un actor alcohólico el día del estreno de Edipo, se dinamiza con la noticia de que parte de la compañía no concuerda con las emergentes convenciones, la actitud del director y las expectativas de las nuevas generaciones de actores. Al tiempo que esto se desarrolla se integran de manera lúdica una serie de invocaciones a la obra de Sófocles, así como de crítica a las versiones de las adaptaciones escénicas hipermodernas de toda clase de textos, no únicamente de los clásicos. Directores, productores, convenios educativos para la profesionalización, instituciones y autoridades son aludidas y a cada momento ridiculizados por el tono que alcanza la comedia y que, seguramente, también provoca vuelcos de risa a quienes integran la Coordinación Nacional de Teatro.
No obstante, el texto del regiomontano, Américo, realizado por la compañía a cargo de Tagle se desenvuelve en medio de sorpresivos imprevistos que se resuelven sin ser las oposiciones entre los aspectos trágicos del texto clásico, de la puesta en escena y la vida de los actores interpretados el núcleo protagónico de la comedia. En primer plano el ejercicio actoral de la compañía revela la urgente necesidad de conciliar respuestas cómicas y trágicas en la interpretación, desde la preparación hasta el ejercicio profesional del ejercicio actoral, del cual Lucero, Héctor y Hamlet dan muestras claras al tiempo que son portavoces de las críticas principales. Incluso en los momentos de más tensión cómica, en los que la interpretación de monólogos de tono serio, se reduce a la risa que promueven toda clase de mecanismos y situaciones de carácter improvisatorio.
Otro tanto suma a la obra el diseño de la escenografía; sobre todo, la espléndida iluminación que contribuye a la creación de cuadros fotográficos altamente expresivos por los matices que proporciona a otros elementos de la utilería. De esta manera, la producción de Tagle trae a la memoria La obra que sale mal, Más pequeños que el Guggenheim, Last man standing por detalles que comienzan a consolidarse como parte de la convención teatral y, por otro lado, una buena carga de tono burlesco dirigida a composiciones de otros dramaturgos que el espectador no dejará de reconocer en la multiplicidad de espacios creados en la ficción si es que es constante en su asistencia a los foros de la Ciudad de México.
CCB: Teatro Orientación.
Jueves y Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 horas. Hasta el 16 de Junio.
COSTO: $150. Aplican descuentos.
Público: Especialistas, teatreros, críticos y actores de todas las edades. Y, bueno, pues público en general.
Pingback: La Orestíada: una puesta escénica sobria, pero necesaria - We're Magazine