La magnífica maquinaria teatral de Vórtice diseñada por Psalmon para la dramaturgia de Jorge Maldonado y el trabajo de Teatro sin Paredes cuenta la historia de cinco personajes perdidos en el tiempo y en el espacio. Ligados por sus deseos de progreso y sueños fantásticos Roald Amundsen —Rodolfo Arias—, Amelia Erhart —Beatriz Luna—; y Antoine de Saint-Exupéry —Enrique Arreola— participan de un sueño en el que pretenden conciliar a la humanidad al mismo tiempo que son soñados por la ciencia y observados por el espectador. La científica ecologista Micaela Szuchmacher y un Astronauta —Osvaldo Sánchez— observan la devastación de la vida desde los límites de situaciones contingentes. Así se teje Cuántico, el lugar en el que convergen los cinco personajes, y desde el cual habrán de resolver su compleja existencia.

Este universo paralelo para tres aeroplanos plantea desde el principio necesidades básicas para la resolución de problemas humanos que atañen incluso a la impresión que de humanidad porta la inteligencia artificial. Ciencias humanas, exactas, nuevas tecnologías, ideologías de contención, modelos de pensamiento abstracto y quehaceres prácticos entran en un escenario en el que el universo dramático ha perdido el cauce que la naturaleza habrá de reclamar. Los cuadros escénicos que muestran estos conflictos son reveladores de la disposición de un discurso conciliador de puntos de vista opuestos, mas no contrarios. El entendimiento -como Vórtice– es un viaje de ida y vuelta; es la posibilidad de comprenderse en acción asertiva frente al ser mismo y luego frente a los demás seres; la posibilidad de asirse a la realidad sin evadirla.

Teatro multimedia con recursos cinematográficos sustraídos de composiciones de ciencia ficción que terminan cautivando la vista del espectador. Teatro generoso que pretende plantear en términos de progreso y evolución los recursos con los cuales la obra nutre su realización poética. Teatro que invita a revisitar las nobles intenciones del viaje del Principito; incita a mirar con otros ojos a Alicia jugando a ser niña, pero anteponiendo su sensibilidad y madurez para vencer las expectativas de las convenciones sociales que no le permiten entender su propia calidad de ser dentro de la creación. Teatro que termina por incluir de manera fantástica y real al espectador para devolverle la responsabilidad de actuar y dejar el lugar de observador. Esta propuesta de Teatro sin Paredes tiene, en consecuencia, la virtud de presentarse como un espacio de diálogo entre la creación artística y el espectador. Vórtice es todos los tiempos y todos los espacios; es aquí y ahora. Así que se debe tener en cuenta la idea de que la vida y la literatura se repiten en cualquiera de sus manifestaciones para cuestionar el sentido de la existencia, no para quedarse únicamente en el nivel del pensamiento. Se trata de regresar al origen como los seres humanos que regresan al seno materno, a la tierra de la cual son originarios para regresarle a la vida la vida que les ha prestado. Regresar a lo simple, pues quizá revisando todo de manera inocente y lúdica se halle ese todo dispuesto a dar las respuestas necesarias para la compleja realidad que se habita de manera ficcional.

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