Es un juego, es teatro, ningún papel (de género) está prescrito, y —gracias a la imaginación— nos enseña a ser libres. Las rejas de nuestra jaula son mentales. El único riesgo de ver esta obra con sus hijos es que salgan aullando del teatro, convertidos en pequeños lobos.

Se puede decir que Luisa Aguilar tiene la experiencia de un lobo viejo cuando se trata de hacer teatro para niños. ¡Que viene el lobo! es un espectáculo que nació hace más de diez años en España.

La actriz de Asturias es a la vez la autora y el lobo-cuentacuentos de este unipersonal, cuyo eje temático es nadie menos que el animal feroz… o no tan feroz. En su obra anterior, La caja amarilla, se puede apreciar por igual la facilidad con la que interpreta cuentos, pues nuevamente el juego y la imaginación son los ingredientes principales.

El marco de esta historia lobezna se construyó con habilidad: se trata de un lobo encerrado en un zoológico que conoce todos los rincones de su jaula de memoria. A pesar de la monotonía, es soñador y curioso y se hace múltiples preguntas, entre ellas, si se puede tocar la luna con la mano. Es gracias a su fantasía que logra escaparse y, además, es tan creativo que decide inscribirse en la escuela de lobos para cuentos.

Al pensar en cuentos con lobos, uno llega rápido a “Caperucita Roja”. Los niños al reconocer los personajes del famoso relato se enganchan con facilidad, pues forma parte de un imaginario que ellos dominan a la perfección. Sin embargo, Luisa Aguilar no narra la historia tal cual como la solemos escuchar, más bien enfatiza partes o detalles que ella misma se imaginó y agregó. Por ejemplo, cuenta la anécdota graciosa de cómo la capa de Caperucita se tiñó de rojo.

Su escenografía es sencilla pero versátil y funcional: una mesa giratoria de la cual aparecen a cada rato nuevas sorpresas. Entre el público se oyen voces: “¿Viste?” “Es magia.” El multi-uso de las cosas caracteriza el estilo de Aguilar que siempre busca otorgar una función desconocida a sus objetos. ¡En sus obras todo objeto puede convertirse en un títere! Por eso los personajes pueden ser unos embudos volteados con cabezas de bolas de madera, o un paraguas representa un pájaro, o un colador redondo es suficiente para insinuar el hocico del lobo. Lo demás es y será tarea de la imaginación.

En esta versión, Caperucita Roja es una niña antipática que sugiere al lobo: “¡Cómete a la abuela!” En seguida, una madre-espectadora sintió la necesidad de hacer un comentario didáctico: “Qué grosera niña”. Desde mi punto de vista, ¡Que viene el lobo! apela al juicio crítico de los niños. Aguilar plantea la posibilidad de contar una historia diferente, es decir, con variaciones y cambios. En este sentido, el cuento de los tres cerditos se narra con la ayuda de unas tres flores y una regadera azul. El lobo-cuentacuentos nos señala las ventajas: “No gruñen y huelen mejor.” El último micro-cuento dentro del macro-relato del lobo enjaulado indica que un animal por muy pequeño que sea puede dar la vuelta a cualquier suceso y cambiar la historia por completo.

En el caso del lobo-cuentacuentos, él elige cómo termina su historia personal. Transformar el animal feroz en el protagonista empático y simpático de esta obra es para mí el gran acierto de Luisa Aguilar. Hoy a las niñas les gusta ver personajes “otros”, no solo princesas. Una niña igual que un niño se puede identificar con el lobo y también —¿por qué no?— con una niña antipática. Es un juego, es teatro, ningún papel (de género) está prescrito, y —gracias a la imaginación— nos enseña a ser libres. Las rejas de nuestra jaula son mentales. El único riesgo de ver esta obra con sus hijos es que salgan aullando del teatro, convertidos en pequeños lobos.

Texto, dirección y actuación: Luisa Aguilar

Sábados y domingos

19, 20, 26 de mayo, 2 y 3 de junio

A las 12hrs

En la Titería  (Vicente Guerrero 7, Col. Del Carmen – Coyoacán)

$ 150 Entrada General

Fotos: Pablo Nosti

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