Entrevista electrónica con la artista Mayra Rojo y su relación interdisciplinar entre arte, género y ciencia:
Martes 14 de mayo de 2019
[Pregunta de la entrevistadora] En nuestro imaginario, el mundo vegetal parece ser un universo pasivo y silencioso y las flores generalmente son vistas como seres hermosos y delicados. Culturalmente se ha producido un nexo, en el orden de lo simbólico, entre el sujeto mujer y las flores, y que tú cuestionas desde un arte con perspectiva de género y con una visión interdisciplinaria que incluye a la ciencia y al bioarte.
[Respuesta de Mayra Rojo]
Cuando hablamos de la historia y los cuerpos de los sujetos mujeres, ya hay una acotación particular, nos implica una tensión histórica y cultural de cómo y quiénes nos han representado en las expresiones artísticas, científicas, políticas y sociales. Y es un asunto muy complejo… en ese sentido, hay dos dimensiones que se entrecruzan en esta interpelación entre los cuerpos y los símbolos, por un lado el género y por otro la interdisciplina —atendiendo que ésta se concentra en la búsqueda por encontrar una práctica o forma de pensamiento que no vea límites en la normatividad de modelos para construir conocimiento, sino al contrario hacer que el impulso de la curiosidad indague distintos territorios de comunidades de saberes y prácticas—. Las posibilidades que abre, lo que hoy llamamos inter y transdiciplina, o saltar de un campo disciplinar a otro y encontrar formas de edificar prácticas y objetos híbridos tiene muchos riesgos pero también crea un horizonte ilimitado de experiencias y maneras de interpretar e inventarnos el mundo. Aunque en nuestras sociedades coloniales todavía no es fácil ir de un lugar de conocimiento a otro, porque gran parte de la formación académica y artística se produce por limitaciones y no por interacciones. Pero siempre habrá resquicios o rasgaduras por donde colarse y vivir la experiencia de fascinarse con lenguajes ininteligibles y con ello maneras de descifrarlos y reinventar no sólo cómo aprendemos y conocemos sino nuestra relación con eso que hemos llamado cultura y naturaleza, que incluye la propia condición de lo “humano”.
Por otro lado, están las problemáticas de género, — valdría la pena preguntarse si dentro de la transversalidad de las prácticas las inter y transdisciplinas podemos identificar particularidades de prácticas de colectividad y compartición de conocimientos desde la historia no lineal del sujeto mujer.— Que desde mi punto de vista implican repensar la manera en que se han construido los símbolos culturales y la propia historia del arte —social y política—, es la oportunidad de deconstruir ciertas mitografías patriarcales para descubrir y releer otros campos de referentes, como las etapas telúricas míticas configuradas por un panteón de diosas. Que dicho sea de paso plantean universos complejos, que van más allá de la vinculación del sujeto mujer y la naturaleza desde un orden de fertilidad reproductiva. En este sentido, es que me interesa el estudio de la noción, materialidad y reino de las flores; desde sus acotaciones culturales, botánicas, ecológicas, estéticas, políticas y artísticas.
Pero tampoco se trata de implementar la frase “por que soy mujer” como un argumento genérico y a-histórico. Más bien, a partir de estos universos entre lo popular y los lenguajes especializados me interesa contrastar y reinventar las formas en que nos han acostumbrado a implementar y vivir la experiencia entre ciencias y artes. A la cual me he sumergido a través de la investigación artística, científica y cultural desde ciertas mitografías y materialidades, aparentemente exclusivas del cuerpo del sujeto mujer: fertilidad, belleza y fragilidad, cualidades o características que marcan roles y comportamientos de género. Habría de anotarse que las que no tenemos cuerpos biológicamente clasificados de hombre, no estamos exentas de cualidades de fuerza, resistencia y ejercicio de poder. Es ahí que mi búsqueda por encontrar otras formas de pensar los cuerpos me dirige hacia formas de representación y acción de lo colectivo, incluso más allá del sujeto mujer. Reconociendo que la historia de nuestros cuerpos-mujeres está llena de marcas que hoy día es necesario visibilizar y recordar para reconfigurar otros ángulos de la vida.
Es en este quiebre donde mi proyecto indaga el bioarte, no sólo desde su categoría biotecnológica —que hasta ahora, citando el diagrama de Pier Luigi que identifica el uso de las tecnologías en tres dimensiones, para manipular organismos vivos o el Biotech Art, aquellas otras que trabajan con organismos modificados o Transgenic Art y las prácticas relacionadas con el ADN e ingeniería genética o Genetic Art.— sino específicamente el uso del vínculo artes y ciencias como dispositivos de observación, contextualización y reactivación cultural e histórica de los sistemas vivos, lo que permitiría distintos ángulos de comprensión y uso de la innovación científica e incluso de su sentido. Como es la revisión del pensamiento y prácticas mesoamericanas que permitiría abrir la discusión y debate sobre la homogeneidad del uso de metodologías científicas modernas. Que fue lo que puse a prueba con consorcios bacterianos para el crecimiento de alfombras bacterianas de celulosa. Donde exploré procesos de microbiología tradicional y local de Tlaxcala e Hidalgo, con lo que se realizaron cultivos en condiciones controladas de laboratorio científico y no controladas del laboratorio culinario y artístico, en estas últimas se combinaron microorganismos de la tradición de consumo de bebidas fermentadas mesoamericanas, con el objetivo de evitar el uso de reactivos que rompieran el ciclo de sustentabilidad propio de las prácticas culinarias de fermentación e interpelar el carácter unívoco y contaminante de un pensamiento científico que universaliza y homogeneiza la experiencia de los investigadores y que todavía hoy se enseña en las instituciones universitarias. En este contexto, es que mi modelo de observación y estudio sobre lo comunitario pasó al ámbito de los microorganismos y sistemas de la vida que por mucho tiempo hemos relegado porque son bichos invisibles que causan enfermedades y no necesariamente visualizamos principios vitales y de convivencia con ellos. El puente hacia las artes se tendió con una de las principales tecnologías: el lenguaje que da nombre y con ello inscribe la existencia a horizontes de inteligibilidad. En este sentido, las comunidades de bacterias y hongos de las alfombras bacterianas que cultivo también las tenemos en nuestras mucosas y las denominamos floras microbianas, es por ello que se consumen como té o vinagre.
Es entonces que el imaginario que empezó con flores, se ha reconfigurado con la observación y curiosidad de pensar la colectividad y comunidad desde lo que conocemos como floras microbianas. La visualización e interconexión de estos universos es la problemática estética y política central de mi trabajo interdisciplinar. Lo que visualizo es una serie de ntersecciones e interrupciones entre las flores y las floras como sistemas vivos múltiples y en permanente cambio. Es en la complejidad de la simbiosis entre flores y floras que suceden sistemas de diversas materialidades y metáforas, que pasan de lo íntimo a lo colectivo, de lo micro a lo macro y viceversa, de la invención de naturaleza a la cultura, de lo femenino a los cuerpos que nunca son unívocos y se despliegan en tejidos de dibujo-textil, collage y ensambles de materia vegetal y bacteriana, pieles bacterianas y humanas como superficies de registros efímeros registrados por la cámara…
— Otro aspecto interesante de producción artística es que conectas entre sí diversas técnicas que van desde la ilustración y la danza, al collage y la fotografía, y que intersectan por un recorrido que va del tejido a lo textil. Por ejemplo, tu “Catálogo de flores no-existentes”, construyes un herbario de collages de flores disecadas, cubiertas con celulosa bacteriana y tejidos de figuras geométricas con forma libre que producen especies fuera de toda clasificación y de todo género. Y en “Sedimentos”, una colección de muestras de celulosa bacteriana teñida con esmalte mineral, en soportes de vidrio que parecen portaobjetos y cubreobjetos de producidos en un taller de vidrio (Galería Agua, Altzayanca), encontramos flores transfiguradas que forman nuevos lazos con otras formas de vida, en este caso, con las floras bacterianas. ¿Qué nuevos caminos se abren para estos cuerpos-flores que van más allá del género? ¿Qué significa ir de las flores a las floras bacterianas?
Este proyecto comienza con la idea de una colección de flores y relatos inexistentes, una forma de escritura de las diversas dimensiones de las corporalidades en el universo de lo vegetal como un espacio de movimiento y performatividad de la materia. En este sentido, el proyecto de investigación artística El lenguaje de las flores: poéticas de la propagación, con el que me otorgaron este año la residencia artística Air-Montreux, Suiza, es una propuesta que parte de exploraciones entre los límites de la imagen y la escritura para la construcción de una mirada de la ciencia que nos permita crear y acceder a mundos entre lo natural y lo artificial como territorios soberanos que nos tocan más allá de un significado, más allá de una tarea racionalizante de taxonomías botánicas y sociales de género. De esta manera, este catálogo que está construyéndose en la marcha contiene flores monstruo —como metáfora de la invención del otro desde la otra— que construye un mundo visual de las flores en la paradoja de la inflorescencia y el sedimento fósil entre pieles bacterianas que se confunden con pétalos o son la base para el ensamble de orquídeas o flores de campo recolectadas en mis caminatas. Se crea un universo de contradicciones entre la biología, la botánica y la cultura clasificatoria para desfamiliarizar las prácticas de representación de género, basadas en la significación de lo femenino en tanto naturaleza-fertilidad, belleza y fragilidad del sujeto mujer. El lenguaje de las flores tiene como objetivo presentarse como un bricolaje de materia multireferenciada donde se exponga las investigaciones visuales, corporales y sonoras que interrumpan y disloquen el mundo de las representaciones de roles de género. Para que en estos resquicios o grietas aparezcan organismos libres a la contradicción entre lo racional y lo intuitivo, entre los lenguajes y experiencia de la ciencia y el arte.
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