Como parte del repertorio de composiciones teatrales que se presentan en corral Shakespeare Teatro el Parque, la pieza inaugural dirigida por Juan Carrillo y producida por Colochos Teatro, Mendoza, es una muestra singular de la incertidumbre que produce el destino de una nación forjada con base en el caudillismo y la avaricia. El planteamiento trágico de los efectos que tiene el anhelo excesivo de poder propuesto por Juan Carrillo y Antonio Zúñiga es sometido a prueba cuatrocientos años después de que Shakespeare hiciera lo mismo con Macbeth. No importa el gobernante en turno, sino la descomposición del organismo institucional cuando no hay un programa que seguir para procurar un buen gobierno. En consecuencia, una serie de problemas es planteada como asunto dramático para sugerir el estancamiento político que algún país en Latinoamérica ha heredado de sus revoluciones.

            La introducción a la historia está realizada por un hechizo —realizado por la bruja—, que guía con su contenido a la audiencia hacia el mundo de los muertos, preparando el espacio para que los personajes se muestren e interactúen, cobren vida y representen desde los orígenes sus intereses mezquinos e individualistas.  El sueño al que introduce, viaje fantástico e irreal en apariencia, trae aparejadas referencias literarias Rulfo, Paz, Garro— que, fuera de alejar al espectador no versado en ellas, acentúan la comunicación entre la realidad y la ficción. La relación especular público-historia dramatizada se logra, además, con fuerza, ya que los personajes despiertan de entre los vivos, provocando la sorpresa del espectador.

            Una vez que se han filtrado las realidades, la oposición entre los intereses públicos y los privados entran en juego, produciendo tensión en el espectador. En tanto que sucede el nombramiento de un cargo político entre los soldados más valientes del ejército revolucionario, lo cual le permite a Mendoza ascender a general, la pieza permitirá que se critiquen otros discursos sociales vigentes.

El amor erótico, filial, fraternal y a la nación, decadente como se ha transmitido hasta nuestros días, también está dentro de una dinámica en la que la lealtad es menospreciada por el poder y el dinero. La tropa discutirá sobre la lealtad a su superior; éste mostrará agradecimiento prometiendo y otorgando bienes a sus seguidores; las mujeres, por su parte, aunque revolucionarias, mantendrán su actividad al margen, a modo de consejeras o guardas de la casa, fieles y arteras amantes; los niños crecerán, con o sin sus padres. Sin embargo, tal estabilidad en un país continuamente ‘ocupado’ por el egoísmo de sus habitantes exige la muerte de sus propios hijos, y aún desarmado pide sangre para hacer patria. La traición de Mendoza, concretada en la acción con el asesinato de Montano, amigo y superior al mando, enfatiza la idea de que el mal es interior y que está relacionado con un sistema de meritocracia y apariencias.

El problema se traslada entonces a la preocupación por el resultado de la revolución. La incertidumbre de no saber lo que depara el destino porque no se tiene conciencia del presente. Así, el público es invitado a participar en la elaboración de un conjuro que traerá como resultado la muerte de un niño (marioneta) y un breve viaje temporal. El impacto, por supuesto, eleva el ánimo del espectador, aumentando el tono trágico, toda vez que se suceden menciones que traen recuerdos de futuros presidentes asesinados, indígenas vapuleados, voces de protesta apagadas, maestros y estudiantes desaparecidos.

En consecuencia, hasta el final de la pieza serán los hijos de los personajes y de los espectadores quienes contemplarán el propio sacrifico de manera cíclica. Ya condenados por el vaticinio de algún dios, ya condenados por sus propias pasiones, ambos compartirán la necesidad de hacerse presentes para levantar la voz participativa e inteligentemente, cada uno desde su trinchera para no continuar repitiendo la misma Historia.

            Sin entrar en mayores detalles sobre lo que del autor británico retoman Antonio Zúñiga y Juan Carrillo, conviene decir que el espectador participa del hecho trágico como testigo y coro, como juez y parte, lo cual es, sin duda, una virtud manifiesta con detalle en Mendoza. Por otro lado, el espectador encontrará un trabajo dramatúrgico adecuado a las prestaciones del espacio del corral isabelino. De este modo, el trabajo en conjunto con Los Colochos Teatro, así como con el resto del equipo técnico, hace de esta obra una propuesta contingente y un buen principio para hacer memoria.

Mendoza se presenta en Shakespeare Teatro en el Parque

Recomendación: adolescentes y adultos

HORARIOS

Miércoles a Viernes 7:00 pm

Abril: 4, 5, 6, 11, 12, 13, 18, 19, 20, 25, 26 y 27

Mayo: 3, 4 y 11

COSTOS

$363, $483, $712; descuento Gente de Teatro en taquilla; para otras, sigue esta página.

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