Imagina el siguiente escenario: el altar de una iglesia adornado con flores blancas, tan blancas como la “pureza” que una mujer requiere socialmente para poder casarse, una cruz que recuerda la presencia de dios, un reclinatorio con aterciopelada tela roja y una lámpara que irradia una luz especial para recibir a la pareja de novios. ¿Listo? Ahora imagina que tú, seas quien seas, eres el novio y tu prometida te espera con ansias para concretar “el día más feliz de su vida”, de repente decides no ir, la dejas como Novia de rancho: vestida y alborotada. ¿Puedes sentir tu poder? ¿Imaginas cómo se siente ella? ¿Qué hará sin tu presencia en ese altar sagrado? ¿Qué explicación le dará ella a los invitados?  

Novia de rancho se presentó este miércoles 7 de agosto de 2018 en el Teatro Helénico. Escrita y dirigida por Cutberto López, se trata de una comedia extra-ordinaria por diversas razones: te interpela, te provoca, te seduce y, lo más importante: te convierte en un cómplice voluntario. Esta complicidad no es espontánea, la actuación de su coterránea sonorense, Marisol Sánchez Valderrama, envuelve a los espectadores con el dominio de su cuerpo, su intrépido e incomparable trabajo de gesticulación y una dicción impecable que goza del acento norteño. 

La única versión de la inexistente boda corre a cargo de la novia; en este monólogo, la curiosidad nos acerca a diversos estereotipos y miedos: la desilusión amorosa, las estrategias de cortejo, la búsqueda de la pareja ideal, los novios a granel, la soltería, el matrimonio “feliz”, la edad y el último tren que, por cierto, pierde nuestra querida novia. ¡Y qué bueno que lo pierde! Porque de otra manera no existiría esa crítica social, sagaz y dolorosa sobre la violencia asumida y aceptada por la víctima.

La protagonista de bella silueta y vestido blanco ceñido, presume un anillo grotesco y brillante mientras sostiene una ametralladora para intimidar a los feligreses y obligarlos a escuchar. Con sus palabras y movimientos los transporta a diversos escenarios y etapas de su vida para intentar comprender el abandono de su novio en pleno altar. Conecta magistralmente con su público, los convierte en ejemplos de su trágica experiencia: un feligrés sirve entonces de espejo para el resto. 

Con Novia de rancho, los espectadores-feligreses ríen a carcajadas, gritan, se reconocen, suspiran, recuerdan, gozan y aplauden ¿será porque realmente disfrutamos ver sufrir al otro y solo nos importa nuestra felicidad? ¿Será que hemos abandonado o nos han abandonado? ¿Cuál es el precio por obtener una foto de portada como familia feliz? 

Aplaudo a Cutberto López y a Marisol Sánchez por hacer que la Novia de rancho nos deleitara con su visita a la Ciudad de México. Sin duda, la respuesta del público fue muestra del reconocimiento a su profesionalismo y al fabuloso remate: ¡No te cases con una mala elección! 

¡Larga vida a la dramaturgia del Norte!

Un artículo de Yilletzi Vieyra Vázquez

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