Un texto de Roberto Galicia

Relatos y crónicas existen unos cuantos, pero quizás ninguno como el mío, el cual les habré de compartir, yo vengo de aquel pueblo de donde los campesinos aun sembramos y cosechamos el frijol y el maíz, de aquel lugar donde las tierras pertenecen al pueblo.

Ese lugar donde las mujeres bajo el metlapil muelen el maíz y con esa maza del metate tortean una y otra vez para después poner a cocer esas ricas tortillas sobre el comal, aquel lugar donde los indios hablamos “Mexicano”; Malachtepec Momoxco.

-¿Campa tiauh copix?.

-Nech Campa Tianquiztli Tlallipan…

Como todos los días, escuche cantar el gallo al alba, rápido con un salto me puse de pie, prendí la leña en el bote y mientras me bañaba con la desgastada jícara, por un instante los admire, no los  recordaba tan hermosos, en buen estado y con esta nostalgia que ahora mismo siento.

Tengo listo mi mejor traje, si así le puedo decir a aquel pantalón y camisa de manta, huaraches con cintas de cuero, mi sombrero para el sol, un pequeño morral y mi pequeño guaje de agua, que me ha de acompañar en mi camino hacia esa, tan esperada y sonada Inauguración de esta Ciudad.

Ya deseo llegar a ese lugar y ver a aquellos catrines y damas cuando empiecen a llegar, quiero ver todo en ese sitio mientras comienzan los festejos, tal vez tarde un poco en llegar ahí, pero no me quiero perder ese gran evento, que sin duda ha de pasar a la historia, aun cuando muchos quizás ya no lo volvamos a recordar.

Siento la ansiedad por salir y llegar lo antes posible, pues días antes han anunciado que será la Ciudad de Tlalpam la que reciba al General Díaz Morí y compañía, quizás lo vea pasar y con un poco de suerte lo  acompañe durante su recorrido, ya estoy listo, me digo mientras termino de enfundarme en mi elegante traje de indio y alisto mi animalito para salir.

He recorrido un largo trayecto y estoy por llegar, mientras sigo caminando se oye el bullicio de esa la gran fiesta que será, comentan que ya viene un grupo de gente, según algunos, la comitiva del gobierno, otros más comentan el grupo de distinguidas damas, quienes vienen a esta gran celebración, por su puesto gente distinguida de la que nunca oí hablar hasta hoy.

Entre los nombres que pude escuchar se mencionan algunos como las señoras, Berriozábal de Landa, Fernández de Rozado, Landa de Lascurain, de La Garza Margain, Garza de Pliego, Camacho de Landa, de Viadero, Osio de Landa, de Garza Martínez, de la Garza de Garay, etc., etc., las Señoritas Margain, Garza, Landa, Ortiz, Molina, Silva, García Martínez, Rovalo Lascurain, Fernández Labastida, etc., etc.

De poco en poco voy acercándome al esperado lugar del festejo, veo un distinguido caballero, de ropas finas y elegantes, con ese porte de Don Sr., me detengo tan solo para preguntar la hora y saber que estamos cerca del mediodía, mientras, también escucho otro grupo de gente que comenta desde donde viene la comitiva que encabezará el festejo.

Dicen que, más o menos a las 10:05 horas, salió un tren especial de 3 carros desde La Plaza de Armas, unos dicen que en el carro  motor 53 viajan el General D. Luis G. Valle, el Sr. Ingeniero D. Manuel Fernández Leal, ex Ministro de Fomento y actual Director  de la Casa de Moneda, D. Rafael Echenique, D. Enrique Martínez, D. Pablo Salinas, Secretario de la Prefectura de Tlalpam, Lic. D. Mariano Botello, Regidor de Tlalpam, Lic. Collantes, Lic. D. Ángel Zimbron, Secretario del Gobierno de Distrito, el Gobernador D. Ramón Corral, D. Ramón Pérez Solís, y los magistrados del Tribunal Superior Lic. Francisco Pérez y Lic. Domingo León.

En los otros 2 carros, el de motor 56 y otro de primera viajaba la banda del estado Mayor, que durante todo el trayecto venían tocando, otros más dicen que cuando llegaron a la estación de San Mateo Churubusco se incorporó otra comitiva, donde viene el señor ministro D. Manuel Gonzales Cosio, el cual viene en representación del General Don Porfirio.

En su comitiva del señor ministro vienen el Coronel D. Rafael García, Prefecto Político de Tlalpam, el Coronel D. Fernando Andrade Parraga, el Lic. Federico Pedraza Rosado, D. Juan de Dios Villalón, D. Gustavo E. Arroyo,  y D. Jesús Pliego, los cuales fueron por el Señor Ministro a su casa en Coyoacán.

En mi camino, mientras pasaba por la estación  de Toriello Guerra pude ver que estaban los obreros de la conocida fábrica  “La Fama”, algunos indígenas de Topilejo, de la Quinta de la Salud e incluso de Ixtapalapa, ahora ya sé, que es porque estaban esperando dar, como lo amerita la ocasión,  una brillante recepción a dicha comitiva y gente que le acompaña.

Ya que el tiempo apremia, apuro mi paso, estoy muy cerca del lugar de tan anhelado evento, mientras realizo mi recorrido veo que las casas camino a la Plaza Principal, están en su mayoría adornadas para dar el recibimiento que la comitiva merece, detengo mi camino por un momento en los arcos de la plaza, donde puedo ver a lo lejos aquel edificio que noto un tanto distinto pero en esencia el mismo que recuerdo.

Según dicen, en 1827-1830 fue la casa de moneda de San Agustín de las Cuevas, la Capital del Estado de  México, la que hoy día conocemos como la Ciudad de Tlalpam, continuó mi camino y paso por un gran arco que adorna la calle y pareciera que el mismísimo presidente los aguarda, pues el arco se encuentra adornado en medio con un busto del General.

Ya en la esquina de la Plaza Principal se observa unido a otra construcción el majestuoso edificio, el cual se distingue por estar cubierto con un gran traje de ladrillo rojo y rodapié de piedra volcánica, muy elegante y moderno sin duda, según comentan algunos, está dotado de agua del Xitle, con un hermoso y gran adorno al centro.

Mientras doy vuelta sobre “Plaza Mayor” para llegar a su única puerta disponible para el acceso, por el sur,  me encuentro de frente La Antigua “Casa Aurora”, la admiro y sigo mi camino hasta llegar a la mitad de aquel elegante artesón donde se encuentra la gran entrada que me ha de recibir por fin, me abro paso entre el tumulto de gente para poder admirar esa grandeza que espera ya.

A lo lejos y situada al centro, de entre 24 columnas de piedra volcánica, se ve una gran Fuente de Cantera al parecer con 4 adornos que apuntan a cada costado del enorme edificio, estos, que se encuentran custodiándola, parecen ser, salvajes felinos… leones finamente labrados, que al momento de acariciarlos dejan salir su aliento líquido.

En lo alto se pueden ver gruesas vigas de madera  ensambladas entre sí, que sostienen aquélla nueva y recién estrenada techumbre, con grandes tragaluces para su buena iluminación, así como también en lo alto del muro por el centro de las columnas de en medio, se ve ese gran distintivo que ha de presentar el nuevo edificio a la sociedad, según algunos en hoja de oro.

Mientras pierdo mi atención en aquellos elementos que forman parte del edificio, un Caballero está dando en nombre de la Ciudad fin a un bonito discurso que la gente en aquel sitio le festejó, no sé cuánto tiempo me tomo escuchar en el trayecto nombres de aquellas personas que asistirían ni cuanto me tomo contemplar los elementos que ya mencione, pues creo, solo oí el final.

Acto seguido aquel Hombre descubre aquellas doradas letras del distintivo que ha dado a conocer el magnífico, elegante y sin duda moderno edificio que será cede del comercio local de la Ciudad, con una gran Lápida que da la bienvenida a los visitantes, quizás de mármol, tiene una inscripción donde se puede leer… ”Mercado de “La Paz” Ayuntamientos 1898, 1899, 1900”. Tras este acto la Banda ha tocado Dianas.

Generosamente, el Ayuntamiento obsequia “Lunch” a los invitados que asistieron al memorable evento, junto con ello unas Medallas de Plata, que conmemorando el gran festejo y como muestra de gratitud a Don Porfirio Díaz fueron acuñadas para este domingo 30 de diciembre de 1900, con la efigie del Señor Presidente.

El Caballero que antes miró su reloj, pronunció el discurso y que ahora se, es el Sr. Alberto Zamacona que ha repartido 330 boletos a los niños pobres de Tlalpam, pues el grupo de Señoras y Señoritas van al kiosco donde se habrá de repartir ropa para ellos, yo como algunos, voy para ver dicho acto, mientras camino escucho las campanas de San Agustín repicar suavemente.

Cuanto más me acerco a la parroquia, más alto repican, cada vez más y tan alto que ya me empiezan a molestar, aun así me voy acercando al kiosco, en el trayecto sacudo levemente la cabeza de un lado a otro, sigo avanzando y sin querer, pierdo el equilibrio, tropiezo en el empedrado, caigo, y…

… No sé cuánto tiempo ha pasado, mientras abro despacio los ojos y sigo moviendo suavemente la cabeza tratando de reponerme… ¡Mi alarma no ha parado de repicar¡ creo que se me ha hecho tarde para ir a trabajar, ¡Lucino, mejor me levanto, me pongo presentable para ir al mercado, porque mis clientes me esperan ya! ¡Aun me acuerdo! Y tú, ¿Te acuerdas? ¡Aun lo recuerdo! Y tú, ¿Lo recuerdas?


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