Después de la Revolución, en nuestro país, una larga lista de intelectuales comenzó a darle vida a un movimiento cultural sin precedentes. En los años que circulan las décadas que van de los 20’s a los 40’s, muchas de esas inteligencias poseían la misma edad que la de los vanguardistas europeos. Esa generación cuya labor se extendía desde lo privado hasta lo público, y cuyas propuestas artísticas, intelectuales y gubernamentales se fijaron mayormente en manifiestos, igualmente destaca por la excentricidad y actitud contestataria con la que promovían, sin saberlo, su revolución cultural.
De todos o de una gran cantidad de ellos, en un país que comenzaba a bullir frente al mundo, y cuya herencia perfila nuestra identidad nacional, se pueden sustraer datos biográficos dignos de ser comentados en cenáculos académicos, o bien anécdotas que incentivan la comidilla de una tarde café; en el mejor de los casos, pueden ser útiles para recordar actos transgresores que parecen perder importancia aunque sigan vigentes a casi cien años después de haberse realizado.
Junto Orozco, Rivera y Siqueiros, realizaba su labor el Dr. Atl, que era vulcanólogo y quien mantenía una tórrida relación con Nahui Olin, pintora y poetisa nacida en México, pero criada en París; por otro lado; al mismo tiempo Antonieta Rivas Mercado, realizaba labores de difusión cultural. Ambas mujeres, en algún momento tuvieron una relación amorosa con Manuel Rodríguez Lozano, pintor homosexual perteneciente al grupo de Los Contemporáneos.
Bajo esta pesada carga histórica, Alberto Castillo coloca una propuesta dramatúrgica en el teatro Orientación del CCB destacable por llevar en un viaje al espectador desde los deseos más íntimos de sus personajes hasta su glorificación en la búsqueda de un amor ideal. Sofía Sylwin (Antonieta Rivas Mercado), Francisco Mena (Dr. Atl y Manuel R. Lozano) y Ana Karen (Nahui Olin) agregan al tejido de relaciones entre los personajes una deleitosa muestra de altos vuelos líricos que conmociona al espectador por la profundidad con que expresan el conflicto personal de la sexualidad, la belleza y la sensualidad en contra de la mirada pública de la Historia; dejando en claro que a la manera individual de concebir el amor que se quiere, se superpone el contexto que alinea el deseo personal con la inefable realidad, la cual termina por vencer al individuo.
A este elemento psicológico, se agrega la sensibilidad espectacular con la que Castillo propone, por medio de cuadros que se yuxtaponen, las excéntricas relaciones amorosas de sus personajes; ya con distintas coreografías, planteando una sexualidad intensa o la descomposición íntima de los mismos. A través de un espacio configurado para sugerir abandono, violación, injusticia política, desesperación, locura y muerte, el viaje a los años 20’s se vuelve efectivo con el tránsito de espacios cuya atmósfera dignifica y ennoblece a los amantes tanto como termina por mostrar la trágica condición de los amados.
Puede bien decirse, además, que esta propuesta espectacular sugiere un elemento documental que invita a recuperar otras inteligencias femeninas con las que Nahui y Rivas Mercado compartieron tiempo y, probablemente, experiencias. Tina Modottti, Frida Khalo, Lupe Marín, Nelli Campo Bello, Palma Guillén, María Asúnzolo, son algunas de esas mujeres de aquél México prometedor del cual Nahui Ollin se convirtió en su metáfora, lo cual Alberto Castillo nos trae a la memoria.
Foto de portada: AvE
Jueves a sábado: 18 hrs
Dom: 17 hrs
Teatro Orientación, Centro Cultural del Bosque
Costo: Jueves $30, viernes $45 (en bicicleta); sáb y dom $150
Edades: 15 +