Mi deseo final
Solo mi cabeza debe ser sujeta a una autopsia,
A menos de que sea demasiado fea
Solo los mejores estudiantes pueden observar
Le doy mi cráneo a mi escuela secundaria
Que la pngan en una vitrina de vidrio con flores secas
El cuerpo debe ser quemado
Tiren las cenizas en la tierra en medio de un enorme bosque,
Planten un roble y escriban ahí:
Yo también fui un ser humano
Mi nombre fue SABINA SPIELREIN.
Sabina Nicolaievna Spielrein, una psicoanalista brillante, vivió en el olvido como psicoanalista del día de su muerte en agosto de 1942 hasta 1980. Y esque apenas hace 39 años, Aldo Carotenuto –el psicólogo analítico y escritor italiano- y su colega Carlo Trombetta rescataron la correspondencia de Spielrein con Sigmund Freud y Carl Jung, un diario suyo y algunos de sus escritos. Publicaron así con un prólogo de Bettleheim quien era muy crítico con Jung, el Diario de una secreta simetría. Sabina Spielrein entre Jung y Freud. Si bien, la historia resultó interesantísima a los lectores, a mal, los lectores poco críticos se centraron solo en la parte “sexy” de la historia. Esto es, en el amorío que sostuvieron Spielrein y Jung, su exanalista. Sin embargo, yo sostengo que la importancia de Sabina Spielrein excede su capacidad como musa de haber inspirado a varios analistas, a directores de cine como Cronemberg en su película Un método peligroso e incluso inspirado también el morbo y el rumor. Sabina como musa se trata de la Sabina Spielrein en una posición histérica, musa que inspiró otras películas más como The Soul Keeper (2002) e Ich Hiess Sabina Spielrein (2002).
Pero ella como autora, no como musa, habla más fuerte y hoy, a 77 años de haber sido fusilada necesitamos que esa obra se reviva, que grite, que suene mucho muy alto pues como suele ser, por prácticas machistas inconscientes, ha sonado más la vertiente de Sabina Spielrein como amante. Escribir este texto así, es una forma de no aliarse a esas prácticas patriarcales de sometimiento de lo que la mujer tiene que decir, hay que ponerlo en su lugar, el lugar que a Sabina Spielrein le pertenece.
Lo más valioso de Sabina Spielrein reside en su cualidad de mujer emancipada en el sentido de que logró tejer su forma de hacer análisis y estar de acuerdo , dialogar y disentir con Freud y con Jung. Logró además que a pesar de que Jung rumorara con Freud con respecto a su terrible transferencia, que Freud la escuchara y que leyera su tésis con respecto a la pulsión de muerte. Ese texto escrito por Sabina Spielrein fue publicado en 1912 y se llama La destrucción como causa del devenir. Sabina Spielrein no estaba de acuerdo con ninguna práctica que pensara al sujeto como amoroso de inicio. Por sus propias vivencias y experiencia analítica, sabía que el psicoanálisis era un proceso de transformación y que la causa de dicha metamorfosis era siempre un proceso de destrucción que tenía que ver con la muerte. Sabina Spielrein así pensó por primera vez a lo que ella llamó instinto de destrucción, dándole a la vida y a la muerte una suerte de continuidad e interrelación indestructible. Dicha interrelación es muy importante hoy para pensar no solo en la clínica psicoanalítica sino que también para pensar la violencia en nuestro aparato social y político.
Freud inspirado en este texto de Spielrein, siguió pensando la muerte como causa y ocho años después escribió uno de los textos más importantes del psicoanálisis clínico y de sus apicaciones a la filosofía política y para los filósofos después de Freud: Más allá del Principio del Placer. Si no fuera por Sabina Spielrein, no existiría el texto de Freud, y por lo tanto habrían sido otra cosa sin su influencia los textos de muchos hombres con ideas muy importantes para nosotros como la idea de proceso creativo de Walter Benjamin (1939), El superyó y la cultura de Ricoeur (1965), Sadismo, masoquismo y pulsión de muerte de Deleuze (1967), la lectura de Derrida de Freud de la Pizarra Mágica (1967), Diferencia y repetición de Lyotard, la crítica de Marcuse a la teoría de la pulsión de Freud (1970), la paradoja económica de la pulsión de muerte de Laplanche (1970), la metáfora de la pulsión de muerte de Baudrillard (1976), por no mencionar muchos más que son muy actuales y necesarios para pensar la violencia.
Estos grandes autores no irían a la fuente con referencia femenina: Sabina Spielrein. Su nombre había quedado borrado y transformado en amante. Aun así, a pesar de todo machismo internalizado y prácticas epocales de abyección de las mujeres, Freud si la mencionó en un pie de página dandole el reconocimiento como de un trabajo que el no podía entender del todo pero que le inspiró a escribir una gran parte de su texto. En Más allá del Principio del Placer, Freud escribió: “Sabina Spielrein, en un trabajo sustancioso y rico en ideas (1912), aunque por desdicha no del todo comprensible para mí, ha anticipado un buen fragmento de toda esta especulación. Designa allí al componente sádico de la pulsión sexual como «destructivo».
Eso hizo Sabina Spielrein, la mujer encerrada en el psiquiático por “loca” en medio de un mundo en que las mujeres solo podrían tener un papel secundario en la escuela. Sabina Spielrein en su diario, logró tejer su posición como mujer en medio del discurso universitario y machista para darse luego lugar en su escritura:
“ Estoy intentando aprender tanto como pueda, tanto como sea posible, yo no sé por dónde empezar. Yo no soy como esos estudiantes, que aprenden lo que les dan. Soy seria y crítica, más independiente. Qué estupido no ser como un hombre para este mundo, es mucho más fácil para ellos.” Al mismo tiempo, Sabina Spielrein estaba muy interesada por Nietzsche y en su diario aparecerían citas de este autor que le fueron ayudando a separarse tanto de sus padres como de su análisis. Citas que iban seguidas de su propio decir. Es así que solo muy recientemente, este año 2019, el psicoanalista lacaniano Michael Gerard Plastow, publicó el libro Sabina Spielrein and the Poetry of Psychoanalysis en donde hizo un recorrido por los escritos de Sabina Spielrein como analizante, analista y autora para sostener por qué a pesar de su análisis, vía su escritura logró un fin de análisis. Por supuesto el fin de análisis no entendido como un individuo inafectado y superior sino como un sujeto a las contingencias de la vida y a su inconsciente pero que sabe hacer algo con eso, con su dolor en un acto de estar finalizando en gerundio y no de un fin cerrado.
La tésis de medicina de Sabina Spielrein fue la primera en hacer uso del término esquizofrenia y es una teorización metapsicológica de su paciente en el Burghölzli, ya no Sabina Spielrein como paciente de Jung, sino ella como psicoanalista. S.S. logró de llegar a al psiquiátrico del Burghölzli como paciente diagnosticada como enferma histérica –con todos los códigos epocales que eso implicaba-, transformar su dolor en poesía, en escritura y en escucha. Sobretodo , fue la primer persona en toda la historia del psicoanálisis en devenir psicoanalista habiendo sido analizada, esto es, por su propia experiencia se hizo psicoanalista. Ella no se hizo psicoanalista por su correspondencia intelectual o médica con Freud. Tampoco porque llegó pidiendo ser analista a una institución y sometiéndose por lo a un tratamiento para poder ser analista bajo códigos institucionales. Ella llegó en estado de locura a transformarse y solo desde su transformación pensar cómo escuchar a sus pacientes. Así, Sabina Spielrein resulta maravillosa: una suerte de “bruja feminista” y diosa teórica y encarnación experimental de la pulsión de muerte.
Sabina Spielrein, a 77 años de su muerte, no puede seguir siendo pensada como la musa de la transferencia. El amorío entre SS y Jung fue para los estudiosos del psicoanálisis la génesis de muchas preguntas dentro del psicoanálisis con respecto al concepto de transferencia; esto es, el concepto introducido por Freud y por Ferenczi entre 1900 y 1909 para designar un proceso constitutivo de la cura psicoanalítica en virtud de la cual los deseos inconscientes del analizante se repiten en la relación con el analista. Esta transferencia fue comprendida como una resistencia a analizarse por un lado y por otro, dicha resistencia como la única vía para transformar aquello que el analizante repite. La historia de Spielrein con Jung entónces dio mucho para pensar con respecto al ombligo inanalizable de lo que la transferencia carga, en una transferencia a la que se le ha denominado erótica. Así el amor en la relación analítica entendido como un desenfreno de resistencia pero como una vía para la cura.
La cosa se puso complicada al pensar a Spielrein pues su transferencia erótica involucraría algo que es inanalizable y que en su experiencia se repitió en acto en su relación con Jung. Sin embargo, Spielrein hizo algo con eso, Spielrein logró escribir, logró trabajar, logró amar de nuevo pero sobretodo su obra teórica necesita ser rescatada. Solo apenas algunos de sus escritos han sido traducidos al inglés, muy pocos al español.
Si bien, Spielrein fue tomada como musa a la mirada del hombre para pensar elementos importantes para la teoría y práctica psicoanalítica como lo es la transferencia, esto no le da su importancia primordial. Lo que Sabina Spielrein logró de su análisis fue una escritura propia, no esa a la que se le adscribe como musa para la teoría, sino la fuente que escribe: Sabina Spielrein la autora, Sabina Spielrein la psicoanalista, Sabina Spielrein la fundadora de un kinder en Rusia, Sabina Spielrein la primera psicoanalista dedicada a la clínica de niños.
El psicoanálisis no se trata de un conocimiento superficial sino de la corporeización e incorporación de una experiencia, la transformación en un escrito encriptado en una posición frente a la vida. Sabina Spielrein con sus escritos dejó un espacio para lo posible, para las muchas formas de aprendizaje, estudio y transmisión del psicoanálisis. Es el vivo ejemplo de que la mejor incorporación para el trabajo de la escucha es la propia experiencia, experiencia que ninguna teoría, ningún escrito, ninguna institucionalización de lo que resulta sagrado en uno mismo, ningun hospital, ningún rumor o exceso machista pueden robar. Eso es lo que hace de Spielrein una figura maravillosa: supo hacer con su extranjería y a pesar de la exclusión que se ha generado y los malentendidos al leerla, su escritura triunfará. ¡Urgen traductores de su obra al español!
Un artículo de Fernanda Magallanes
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