Mazahuacholoskatopunk: un vistazo fotográfico a la migración rural-urbana
Cuando hablamos de migración, inmediatamente pensamos en las personas que atraviesan fronteras entre naciones; sin embargo, la migración del campo a la ciudad en México es un fenómeno latente y constante. El fotógrafo mexicano Federico Gama nos platica un poco sobre su serie Mazahuacholoskatopunk; donde retrata las transformaciones identitarias de jóvenes de comunidades rurales e indígenas que vienen al DF en busca de oportunidades de trabajo.
WE’RE: Cuéntanos sobre tu trabajo, ¿lo defines como fotoperiodismo o fotografía documental?
Federico Gama: Yo mismo lo he definido como fotografía documental conceptual, porque no sigo la tradición fotodocumentalista dónde no se toca nada, sino todo lo contrario: yo soy un sujeto activo y las documentaciones que voy haciendo, las hago a través de la subjetividad, es decir: sobre lo que yo pienso, lo que yo creo sobre una realidad concreta. Es muy importante aquí la parte subjetiva, como creador, no sólo registro. Yo no registro la realidad, yo la interpreto a través de mis ideas, de mis intenciones, de mis obsesiones.
Lo que yo hago es fotografía documental, porque me gusta mucho el tema y a través de ella, estoy trabajando tres ejes: la vestimenta como una forma de expresión; las migraciones culturales –cómo viaja, se transforma y se transmite la cultura a través del viaje– y la identidad, sobre todo la identidad mexicana, la identidad urbana. Esos son los temas que he seguido durante treinta años en mi carrera como fotógrafo. Lo que voy generando son análisis muy concretos sobre los temas que me interesan.
WR: ¿Qué te movió a realizar el proyecto?
FG: Mis proyectos van ligados unos a otros. Los trabajos anteriores a esto – Top Models: retratos de la vida loca y Cholos de Nezayork – tienen que ver con la inmigración cultural y con todo este rollo fashion que ellos utilizan y retoman de los mexico-americanos que viven en el este de Los Ángeles y que generan una subcultura a partir de la resistencia social y cultural; los llamados chicanos.
Los jóvenes que viven aquí en la Ciudad de México –sobre todo los que viven en Ciudad Neza– entendieron que lo mexicano estaba afuera: que la identidad mexicana no estaba aquí porque las identidades juveniles, las mal llamadas “tribus urbanas”, estaban representando intereses e ideas que no tenían qué ver con la identidad mexicana. Cuando empiezan a entender que esa es la cultura juvenil a la mexicana, la empezaron a adoptar como propia, porque ellos también son parte de este flujo migratorio en alguna medida, entonces viaja la cultura de manera inversa.
Terminando este proyecto, el siguiente trabajo se llama Top Models: Mazahuacholoskatopunk. Lo que voy a retomar ahí es la inmigración del campo a la ciudad por dos aspectos: uno que es fundamental, la vestimenta como una forma de expresión, qué era lo que estaban representando y qué estaban sintiendo los jóvenes indígenas –o de culturas rurales muy pequeñas– que llegan a la Ciudad de México a trabajar y empiezan a adoptar formas de vestir, identidades punks, emos cholos, dark… De toda la gama urbana del DF.
Retoman esto como una cuestión de poder entender la ciudad y ser parte de ella, pero fundamentalmente por la discriminación. Entendieron que al incorporar estos elementos en su vestimenta, evitan ser discriminados. Rompen los mitos culturales sobre lo indígena, sobre la propia migración dónde parece ser que lo único que viaja es la gente; pero viaja con todo un sistema de ideas y de creencias. En este flujo migratorio, la gente va adquiriendo elementos de la cultura a donde va, pero también incorpora elementos de la cultura de origen; aunque por ésta cuestión de discriminación, ellos tratan de borrar estos últimos.
La discriminación en México es tan brutal, que ellos han aprendido a odiar su imagen durante 500 años. Entre ellos, ¿Quién quiere parecer un “pinche indio”? Nadie, porque esto es un insulto, porque es este concepto que hemos generado sobre lo indígena y por lo mismo ellos dicen: “Yo no quiero ser eso”; porque eso significa pobreza, humillaciones, discriminación, falta de oportunidades, de lugares de esparcimiento.
Los jóvenes prácticamente no existen en las comunidades indígenas, porque es un concepto relativamente nuevo. Entonces, ellos vienen a la Ciudad de México a trabajar desde los 16 años: aquí viven su juventud. A los 18 años ya son padres de familia; es una etapa muy corta, que se vive a un ritmo muy rápido, muy acelerado. Por otro lado, integran elementos que se habían perdido: como el autoestima; el hecho de sentirse atractivos para sí mismos y para los demás, al dejar de ser indios. ¿Cómo logran esto? Incorporando estos elementos en su vestimenta, comportándose como lo haría un chavo urbano en la Ciudad de México. Por eso se llama “Top Models”, porque ellos pasan como verdaderos modelos de pasarela en las calles.
Durante esta etapa, viven realmente esto que sus padres, sus abuelos, lo que veinte generaciones atrás no vivieron; porque ellos habían sido discriminados desde la llegada de los españoles. Luego se vive todo un sistema de castas, dónde lo importante era “marcar tu origen”: esa era la escala social; entonces ellos están rompiendo esos mitos. Es muy revolucionaria esta propuesta, porque logran varias cosas que son importantes para ellos: ser jóvenes, interpretarse como jóvenes en la Ciudad de México, pero sobre todo evitar la discriminación.
WR: Estos jóvenes vienen de comunidades donde la identidad originaria es muy pronunciada. Al llegar al DF, ¿anulan por completo estos elementos de origen o los integran a su nueva identidad?
FG: Dentro de Mazahuacholoskatopunk hay elementos de sus culturas origen de los que no se pueden olvidar y que son muy importantes para entender el fenómeno. Hay cosas que ellos sí consideran, como el qué es ser atractivo en su comunidad. Por ejemplo, se hacen unas patillas que terminan con un chinito acá [en el pómulo]: eso es mucho de las culturas hñahñú y mazahua; lo utilizan las mujeres y los hombres, ese elemento lo incorporan. Ellos utilizan el morral de lana en sus comunidades para llevar el famoso itacate: un taco de frijoles con chiles y un PET para su agua –que antes era un guaje– ahora lo utilizan como un elemento estético. También las fajas, que utilizan las mujeres en sus faldas, ellos las utilizan como cinturones o como bufanda. Ahí están esos elementos: para quién los sabe ver, los verá.
¿Pero por qué ellos niegan esto? No es que estén negando su cultura, lo que ellos están negando es el cómo se ha significado su vida social: cómo la sociedad urbana ha representado a sus jóvenes y a su cultura. Es decir, para ellos ser indio ¿qué es? Pues eso es lo que ellos no quieren ser. Algo así como diría Peña Nieto: “quieren tirar, desestabilizar mi proyecto de nación”… Pues si su proyecto de nación es la impunidad, el crimen organizado, el secuestro, etcétera; pues yo sí quiero deshacer ese tipo de gobierno, porque no estoy de acuerdo con la ilegalidad, él es el primero que debería dar el ejemplo de legalidad.
Y lo mismo pasa con las comunidades indígenas: “si ser indio es ser una persona de la más baja escala de la sociedad, si decirte indio es un insulto, si ser indio significa que mi cultura, mi forma de entender el mundo no existe, no sirve, no funciona en la sociedad; yo no quiero ser eso, yo quiero ser otra cosa”.
Tampoco se insertan de manera directa a la cultura a donde llegan: cambia la facha, pero su cosmogonía no cambia; porque eso no va a cambiar en ningún lado. Puedes cambiar de país, puedes cambiar de idioma, de zona dónde vives, etcétera; pero siempre vas a estar marcado por tu origen. Porque ahí es dónde tú entendiste cómo se creó el mundo, los sabores, los olores, la forma de relacionarte con los demás; la forma de entender lo que es el padre, la madre, el cielo, Dios… Todo ésto lo entiendes en tus primeros años de vida y eso no lo vas a cambiar, salvo que hagas un proceso de reflexión muy fuerte y termines como Benito Juárez… Pero es otro proceso totalmente diferente.
Aquí la situación es que estos chavos no estudian: vienen a trabajar. No hay una auto-reflexión completa sobre lo que ellos son, pero sí hay una necesidad práctica de cambiar por lo menos por fuera; porque ya están hasta la madre de que sean tratados como “pinches indios”: éste es el eje fundamental de éste trabajo. Por otro lado, no distinguen bien a bien entre un cholo, un punk, un skato; y a veces lo mezclan. Por eso yo hago este hipertexto, porque Mazahuacholoskatopunk es la mezcla de todo esto.
WR: Sobre lo que me dices acerca de estos jóvenes que mutan su identidad; también noto cierta tendencia entre jóvenes de pueblos originarios negando el término indígena y reivindicando sus identidades propias y particulares.
FG: Se necesita en éste caso una resistencia social y cultural, cómo la que hicieron los mexicanos en el este de Los Ángeles. Los marginaron tanto, que dijeron: “ah, tú me marginas por lo que soy, pues yo me siento orgulloso de mi origen histórico, de mi cultura, de mi origen trabajador”. En su vestimenta van incorporando todos estos elementos de los que se sienten orgullosos, prendas de trabajador: la bandana que es del campo, la camiseta del ejército, el cabello corto, la red en la cabeza de los que trabajan en restaurantes, en hoteles… Todos estos elementos son parte de lo que ellos son y de lo que están orgullosos. Se necesita un proceso de reflexión muy fuerte de las culturas indígenas para que empiecen a retomar parte de su origen y de su cosmogonía, lo cual es muy complejo.
Las culturas que están luchando por mantener esta imagen de indígena, de pueblo originario, o cómo se le quiera llamar; ¿por qué algunas comunidades lo hacen y otros no? Porque la colonia y la conquista no fueron parejas para todos: en México existían varios pueblos que dominaban y muchos que eran dominados.
Uno de estos pueblos dominantes eran los aztecas. Las regiones que lucharon contra los aztecas mantuvieron sus privilegios; pero otros tuvieron que someterse. Los mazahuas, curiosamente, dicen que ellos ya eran dominados. Ellos construyeron las pirámides, por eso son constructores, casi todos son albañiles; ya lo traen por generaciones.
Tú vas a ver pueblos en Oaxaca que no fueron dominados y mantienen esta estructura indígena, como los mixes; el grueso de las comunidades pierde esto, porque ya eran sometidos en esa época y después llegaron a otro sometimiento. La conquista no fue pareja, por eso vemos todas estas disparidades en cuanto a la identidad… Octavio Paz habla también sobre toda esta idea en El Laberinto de la Soledad de una manera muy interesante.
El mexicano mestizo, lo que quiere encontrar es su origen europeo y no su origen indígena; porque eso resta indigenidad y, simbólicamente, se sube en la capa social. Este proyecto implica muchas de estas aristas, para entender o explicar una parte de la discriminación en México y cómo se expresa a través de estos jóvenes indígenas que llegan aquí. Nos están haciendo un llamado: ojo, la discriminación no ha desaparecido y es mucho más fuerte hacia un indígena y peor aún si es mujer.
WR: ¿Qué tanto se relaciona tu proyecto con la corriente que ha habido en México por retratar tribus urbanas?
FG: Hay varias cosas que se han dicho sobre mi trabajo y habría que entender el origen de los proyectos. A mí lo que me interesan son temas específicos que voy desarrollando en diferentes series fotográficas. No es que me interese tanto la cuestión de las tribus urbanas o la juventud, si no los fenómenos que van más allá. Mi trabajo no se está fijando nada más en el aspecto de la persona, sino en la razón por la cual la persona tiene un aspecto determinado. Por eso hablo de la vestimenta como una forma de expresión, ahí es dónde me interesa el tema. Estos chavos no son una tribu urbana en el sentido estricto de la palabra, pero por el número de jóvenes que son, por sus prácticas, los territorios en los que desenvuelven, son una de las tribus urbanas más grandes de la ciudad de México.
No son las más representativas porque no tienen un discurso propio, si lo tuvieran – si pudieran decirte todo lo que te estoy diciendo – sería apabullante: porque son miles de jóvenes que trabajan en la construcción, miles de mujeres que trabajan en el hogar, en la central de abastos, en muchos de los campos dónde la Ciudad de México necesita fuerza de trabajo. Tú los vas a ver por miles; pero no tienen un discurso.
Juan Cholo: el legado viral de Mazahuacholoskatopunk
WR: Quizás esto ya te lo han preguntado muchas veces, pero ¿cuándo fue la primera vez que viste el meme de “San Juan Cholo”?
FG: Ésta fotografía empieza a aparecer hace cuatro o cinco años en un libro sin mi consentimiento; no tenía nada que ver con los Mazahuacholoskatopunk. A partir de ahí empieza a hacerse un meme en las redes sociales y a decir “Bueno, ya le volaron la foto a Federico Gama, no se quieran pasar de verga”.
Cuando lo empecé a ver de manera masiva dije: “no, por ahí no va el asunto, están descontextualizando este trabajo”. Pero resulta que este personaje se convierte, precisamente, en un personaje del agandalle urbano. Se constituye en esta imagen de decir “ya basta de agandalle”, por muchas razones. Desde lo más inmediato que tienes: el profesor, tu novio, tu novia, tu papá, tu mamá… Todos éstos mecanismos de poder que puedes tener en algún momento; pero que ya te tienen harto y dices “ya basta, ya no lo voy a permitir más”.
En ese momento dije: qué bueno que sea un indígena, que sea un cholo y que esté como elemento esencial la Virgen de Guadalupe. Y es la primera vez que se asocia a la Virgen de Guadalupe con palabras altisonantes como bandera. Nunca se había utilizado porque hay un respeto, porque es uno de los elementos de nuestra cultura y nuestra identidad como mexicanos; seamos o no católicos.
Ese elemento simbólico persiste y también nos está diciendo “ya basta de agandalle de todo tipo”. Es algo que ha sido útil desde el manejo en redes sociales, de manera simbólica, contra el agandalle institucional. Y hablo como institución en todo sentido: cómo la discriminación. Es una de las fotos que se ha estado divulgando de manera masiva en redes sociales, lo cual por otra parte digo, qué bueno que así sea, porque alguien en algún momento alguien va a decir: esa foto es de Federico Gama… Como después surgió en otro momento, después de otra entrevista, se vuelve a hacer viral algo que ya había sido viral.
WR: ¿Cuál es la historia detrás de la foto?
FG: Esa foto se toma el 2005 en Tacubaya, allá en la Plaza Charles De Gaulle del Mercado Cartagena, donde hay una feria. Yo vi al chavo y dije: “éste es un personaje para mí”. Yo lo que estaba haciendo era la “pasarela Top Models”; me ponía como si estuviera viendo esta pasarela callejera. Ahí es donde pasan estos chavos como verdaderos modelos y tú los ves: se van pavoneando por las calles, porque van conquistando la ciudad y conquistando chicas, y las chicas van conquistando chavos. Ellos se sienten orgullosos de esa nueva imagen, de su representación en la Ciudad de México.
Era muy importante tomarlos así, en la pasarela: porque era cuando tenían actitud. Si tú te les acercas, la pierden. Entonces, este chavo va con mucha actitud y le tomo la foto, me acerco a él y le digo “te quiero tomar otra foto”, y me dice: “No, no foto. Ya tomaste una, ya déjame en paz”. Esa es una foto que todavía tengo en negativo, no es digital. Esa es más o menos la historia.
WR: Este personaje se hizo de cierta fama basada sólo en su apariencia de cholo; esto habla de un estereotipo muy fuerte.
FG: Es muy interesante esto que dices, porque ellos no se dan cuenta de que el cholo, el punk o el emo son discriminados socialmente. Aquellos que están tatuados, son discriminados – aunque cada vez menos, porque cada vez más gente se está tatuando y eso evita que se discrimine al tatuaje como tal – ahora todas las clases sociales se están tatuando; pero antes era un mecanismo de discriminación. Entonces estos chavos al retomar todo esto, evitan la discriminación: prefieren ser discriminados como chavo banda e infundir un poco de temor, a ser discriminado como indígena… Imagínate la fuerza que puede tener esto para ellos.
WR: Y por último… Si tú pudieras ponerle un texto al meme de Juan Cholo, ¿qué le pondrías?
FG: ¿Que ya superemos lo de Ayotzinapa, Peña? ¡No se quiera pasar de verga!
Fotografías cortesía de Federico Gama
Entrevista originalmente realizada en 2015 y publicada en 2016 en We’re Magazine
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