En Uruguay, las clases dominantes afirman que su población desciende únicamente de migrantes Europeos. El país sin indios es un documental que muestra la otra cara de la moneda.

El mito del Uruguay europeo y blanco se estableció tras la matanza de Salsipuedes en 1831, la cual exterminó casi por completo al pueblo indígena charrúa. Las mujeres y niños que sobrevivieron fueron entregados a familias blancas como servidumbre. Todo esto se ejecutó bajo la orden del entonces presidente Fructuoso Rivera.

El documental sigue las historias de dos descendientes de charrúas: Roberto y Mónica, el primero es un trabajador del campo y la segunda es docente. Ambos reflexionan sobre los momentos en que se enteraron de su herencia charrúa y sobre cómo reivindicar una identidad que siempre les fue negada. En el caso de Mónica, la información de su ascendencia charrúa le fue oculta por su familia por miedo a que ella pudiera ser discriminada.

En el filme también se aborda la organización de la comunidad de descendientes, que hoy se reconocen como charrúas y luchan por hacer visible su historia, su herencia cultural y la manera en que el estado uruguayo ha tratado de borrarlos.

El reconocimiento legal y constitucional de la etnia implica un respeto a la memoria de la comunidad. Después de las movilizaciones del Consejo de la Nación Charrúa, Uruguay se comprometió ante la ONU a ratificar el convenio 169 de la OIT; el cual vela por los derechos de las comunidades indígenas y tribales.

Es un documental fuerte que nos muestra una historia que sigue vigente en varias latitudes de América Latina; donde la mirada colonial insiste en que lo “verdaderamente indígena” se quedó estancado en el pasado o simplemente no existe.

Puedes mirar “El país sin indios”, dirigido por Nicolás Soto, aquí:

Con información de La diaria y Survival International

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