[…] pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.

Lope de Vega

Dentro de las actividades conmemorativas del 450 aniversario de Juan Ruiz de Alarcón, se realiza la representación de La culpa busca la pena y el agravio la venganza en el teatro que lleva el mismo nombre del autor en el CCU, al sur de la CDMX. La composición poética, cuya atribución es discutida, pertenece a las pocas piezas de este autor del siglo XVII, y destaca por su riqueza lírica y estructura dramática desconcertante; a las cuales Emma Dib en colaboración con “Los Semejantes” agrega una nueva mirada sobre esta comedia de capa y espada del Teatro de Los Siglos de Oro, conmemorando al autor y recordándonos que su obra está a la altura de la de otros ingenios poéticos con mayor reconocimiento y más representados lo largo de la historia.

Al “poeta entre dos platos”, como lo nombró Tirso de Molina en unas décimas, hay que acercarse con cautela. Ya para contrastarlo con otros autores de comedias del Barroco español, ya para comparar sus piezas entre sí, se requiere un ojo que hile fino.  Emma Dib, al respecto, logra un trabajo de dirección, de recuperación textual y de colocación espacial de la obra alarconiana muy próxima al estilo espectacular con el que, probablemente, el espectador de nuestros días está familiarizado por adaptaciones como las de Antígona o Edipo Nadie es Ateo de David Gaitán y La Celestina de Ruby Tagle, y en la cual destaca la gravedad con la que los personajes femeninos aceptan con diligencia, pero a disgusto, su destino, mientras los personajes masculinos parecen estar al margen de cualquier tipo de participación activa en sus relaciones sociales.

Su propuesta, espectacularmente sobria, pero muy bien trazada, arrastra al espectador a deambular en un viaje de las indias orientales a las calles de Madrid en las que la historia de dos parejas de amantes está supeditada a los caprichos provocados por encuentros y desencuentros amorosos —recurso común del periodo de la Comedia de Capa y Espada—, y la afrenta recibida por uno de los galanes de parte de su mejor amigo, quien a su vez es el hermano de la dama a la que pretende.

La comedia es de tono serio, llena de momentos de gran expresividad poética, y, en ocasiones, desconcertante en relación con los conflictos del amor y la honra que manifiesta. Al respecto, “Los Semejantes”, compañía de actores y de actrices, arrebatan su parte de gloria por motivos importantes que conviene agradecer. El trabajo que realizan sobre la versificación propuesta por Juan Ruiz en redondillas, décimas, romance y silvas, contribuye a desmentir el juicio elaborado por los críticos y detractores más feroces del autor

Esta propuesta es un encanto para los sentidos

Así, a la premisa esgrimida, nuevamente por Tirso, que dicta “porque es todo tan mal dicho, como el poeta mal hecho”, se contrapone el precioso compromiso de Teresa Rábago, Muriel Ricard, Daniela Rodríguez; Gabriela Betancourt, David Calderón, Adrián Aguirre; Jorge Ávalos, Miguel Ángel Barrera y Miguel Flores, quienes en toda la interpretación procuran obsequiar a los oídos lo que a la vista se niega, imprimiendo un ritmo fascinante a los versos, y a la vista lo más íntimo de la expresión de los personajes que interpretan.

Doña Lucrecia (Gabriela Betancourt),   Inés (Daniela Rodríguez)  y Doña Ana (Muriel Ricard) "La culpa busca la pena y el agravio la venganza" de Juan Ruiz de Alarcón.
Doña Lucrecia (Gabriela Betancourt), Inés (Daniela Rodríguez) y Doña Ana (Muriel Ricard)

Sin embargo, no todo es tradición áurea en esta adaptación de La culpa busca la pena y el agravio la venganza. Si bien Dib conserva el eje del conflicto, da una vuelta de tuerca, ofreciendo un dispositivo que revela una organicidad centrada en la integración de vestuario y movimiento a una arquitectura espacial que transporta al mensaje y al espectador a una atmósfera opresiva para el género femenino, ofreciendo una serie de secuencias escénicas que colocan a las mujeres en el centro de la mirada dramática y muy por encima de los personajes varones, quienes, como se ha dicho antes, parecen débiles en cuanto a sus actos políticos, pero magníficamente interpretados como sometidos un orden incuestionable y superior.

En esta singular, pero necesaria retribución al estilo con que Alarcón profundiza en sus personajes, se agrega el desdoble que realiza Teresa Rábago de manera excepcional. Su personaje, el gracioso Motín, pasa de un momento a otro por una transformación que hace posible la presencia de un juicioso ‘autor’ que puntualiza la seriedad, haciendo de lado la gracia contenida en los hechos representados, y resaltando todavía más de la necesidad de observar en acción un sistema represivo. El punto más álgido se alcanza, al respecto, con el trabajo que Miguel Flores imprime sobre don Antonio. El viejo grave que es símbolo de un sistema patriarcal que dicta y exige la conservación de un orden corriente en los Siglos de Oro, y que aquí se manifiesta avergonzado y secuestrado frente a la realidad que lo obliga al anonimato.

Don Sebastián (Adrián Aguirre) y Don Antonio (Miguel Flores) "La culpa busca la pena y el agravio la venganza" de Juan Ruiz de Alarcón.
Don Sebastián (Adrián Aguirre) y Don Antonio (Miguel Flores)

Desde los ojos de la dirección escénica, lo anterior se sustenta con desplazamientos casi coreográficos que alcanzan niveles dulces y juguetones en momentos clave del desarrollo de la trama. Así como aporta cuadros que exaltan la opresión del sistema de valores que somete a las damas a su voluntad, también invita a reflexionar sobre la poca y deficiente participación con las que los personajes masculinos se desarrollan en la solución de conflictos morales en los que priva la decisión inapelable de una institución tradicionalista.

Desde donde se le mire, la propuesta de Dib y “Los Semejantes” es un encanto a los sentidos; un “perder el tiempo durante dos horas y media”, según menciona Motín —el gracioso—, observando cómo actrices y actores tamizan entre el ser el deber ser que distingue gran parte de la nómina de personajes de las poco más de veinte comedias que integran el corpus alarconiano y no solamente de ésta, pero que, desde sus ojos, se vuelve una novedosa proyección de la triste condición de las mujeres y los hombres que integran una sociedad dispar.

Adaptándola a las necesidades del vulgo de nuestros días; destacando sutilmente lo que se puede destacar sin forzar las relaciones de pareja y privilegiando proximidad física y complicidad emocional entre las damas con emotivos momentos de sororidad, el espectador puede estar seguro de que presenciará una versión que exprime los versos, centra la atención en los conflictos principales gracias a la creación de una magnífica tensión dramática y espectacular, e invita a reflexionar sobre una realidad a la que las mujeres se han ajustado obligatoriamente y no sin mostrar descontento.

AvE

Fotos: AvE

Funciones hasta el 8 de mayo
Teatro Juan Ruiz de Alarcón, Centro Cultural Universitario, Ciudad Universitaria
Jue, vie, sáb, 19:00 hrs.
Duración aproximada: 2:30 hrs
Costo: $150, jueves $30.

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