Tras un trabajo de cinco años, desde 2013 hasta 2018, el colectivo TeatroSinParedes (TSP) publicó la edición de esta antología como una memoria viva de los terrenos que ha explorado para la creación de propuestas dramáticas y dramatúrgicas a las que vale la pena echarles un ojo en escena; y, ahora en soledad, por medio de la lectura. Quienes han tenido la oportunidad de ver sus obras en las tablas, de conversar con algunos integrantes de los elencos, así como de observar a la persona que está detrás de todo, y que deambula cavilante por los lugares teatrales observando el mundo que teatraliza, pueden agregar la experiencia de reactivar la memoria y recordar que se forma parte de una realidad para la que este colectivo siempre tiene una pregunta o reflexión que termina por hacer responsable al espectador-lector de su actividad política en el transcurso de su existencia.
Tanto derecho tenemos a ser superficiales, viendo teatro, como la obligación de ser profundos leyéndolo. El espectáculo creado por un aparato en el que participan muchas personas, desde el director, pasando por los actores, hasta el personal de servicio de las salas, le promete al espectador una comodidad que descubre inexistente cuando de asistir a puestas de este colectivo se trata. Todo forma parte de un plan, y el pequeño, pero denso tomo que contiene los textos de Utopía, Los náufragos, Los hambrientos, Después de Babel y Last man standig, revela algunas de las claves del andamiaje dramatúrgico dentro del cual repetidas veces se puede bien leer que “el asistente siempre deberá ser parte del acontecimiento escénico”.
Sin embargo, las composiciones se presentan textualmente como un reto para el lector, quien tiene que reconstruir en su imaginación el universo propuesto por cada una de las obras, cosa, dicho sea de paso, que la representación facilita al espectador. Y si la representación mental de un solo universo es ya de por sí complicada, qué se puede decir de la representación mental de actos paralelos que por necesidad textual se presentan uno tras otro. Se apela, entonces, a la necesidad de que la participación del asistente al espectáculo teatral, sea también activa para el asistente a la lectura de la antología.
En este sentido, a esta antología hay que dedicarle tiempo, disfrutar sus contenidos filosóficos, sociológicos, clínicos, psicológicos, literarios y teatrales, y estar dispuesto a establecer enlaces que incluso, para lectores y seguidores del colectivo, pueden resultar de interés toda vez que no sólo se trata de enriquecer la crítica y establecer diálogos con lo incómodo, vulgar o absurdo de la existencia, sino de participar de manera fantástica y real en la vida cotidiana provocándola para cambiar.
Mucho más se puede decir del proyecto de David Psalmon que a través de la textualidad de estas cinco piezas antologadas hierve en las manos del lector desde las primeras líneas que circulan los ojos. Los textos van desentrañando una hechura poética en todos los niveles de lo que para TSP significa el acto creativo dramático y dramatúrgico. Incluso, el lector-espectador hallará ecos estilísticos -textuales y espectaculares- que caracterizan al colectivo.
Al acto creativo y contenidos críticos sociales referidos en el tomo, se suma otra virtud. El aparato teórico que sustenta los objetivos del proyecto TSP, que reposa en Bertolt Brecht y Augusto Boal principalmente, proporciona una guía sólida de comprensión de cada una de las cinco propuestas contenidas. Lo que en un primer momento se presenta como un conjunto de textos cuya construcción apela continuamente a llamar la atención del lector-espectador manera tozuda se va convirtiendo en una penosa y amarga, pero deleitosa necesidad de prestar atención a los conflictos tratados por medio de una estética interactiva y agresiva en la medida en la que la ficción se filtra con la realidad volviéndose una con ella.
Conviene alertar, por último al lector. Rebasando siempre el tono familiar e instalándose en uno más agresivo que podría resultar hiriente, cada composición puede entenderse tanto parte de la amplitud del mundo que habitamos para el que la palabra de protesta ya no es suficiente como extensión de las otras piezas que configuran la antología. No obstante, se trata de que el lector-espectador se atreva y participe ahora como lector y como co creador de la solución a los conflictos planteados por cada una de las obras, pues TeatroSinParades, en todo sentido del aparato teatral, contribuye con sus magníficos simulacros planteándolos de manera excepcional.
Muchas gracias por tan conmovedora reflexión sobre nuestra Antología.
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